La despedida del año que termina y el inicio de un nuevo año representa una ocasión propicia para hacer revisión de lo que se ha vivido en su transcurso, de manera que pueda observarse aquello que rindió frutos favorables así como enmendar los resultados negativos experimentados en la familia. Esta práctica permite orientar los planes y proyectos de manera que se forjen las metas de futuro con las mejoras necesarias para una mejor funcionalidad de la familia.
Las festividades de fin de año envuelven numerosas celebraciones que van situando a la familia y a sus miembros en un tiempo de acogida y de espera. Estos rituales de entrada y salida le dan sentido a lo que ha sido el transcurrir de nuestras vidas y van creando la plataforma para estructurar aquello que queremos lograr en el futuro.
Las celebraciones de navidad se constituyen en excelentes espacios de encuentro para que cada uno de los miembros de la familia exprese sus alegrías, tristezas, sufrimientos y luchas. Es esencialmente un período de acogida de los unos con los otros, pero también espacio en donde surgen situaciones de conflictos frente a situaciones no resueltas entre sus miembros, por lo que es favorable estar alerta para evitar que el conflicto se haga cargo de estos espacios de reunión familiar.
La familia como organización en interacción permanente con sus miembros, también proyecta los nuevos rumbos a los que se dirigirá la vida personal de sus miembros, lo que se quiere lograr en lo familiar, los alcances esperados en la esfera laboral, los logros académicos que se desearía conquistaran los hijos, entre otros tantos planes y perspectivas. Todo esto invita a ir estableciendo las metas y propósitos que se desean lograr.
Para plasmar las metas basta un simple bosquejo de lo que se desea lograr, aclarar qué haremos para alcanzarlo, cómo lo haremos y con quiénes contamos para alcanzar lo propuesto. Es útil visualizar con una mirada de futuro, el provecho y la satisfacción que se obtendría, al alcanzar estas metas proyectadas.
Sabemos que la familia es un espacio por excelencia para organizar y estructurar, escenario ideal para que cada miembro del grupo familiar se haga cargo de las tareas que le correspondería realizar según la etapa de desarrollo que están viviendo.
Al momento de establecer las metas de año que está por venir es importante hacer un registro de lo que fue y significó el período que despedimos poniendo en escenario en primer lugar los logros alcanzados como familia, destacando los resultados conquistados en particular por cada uno de sus miembros, dando importancia al esfuerzo que cada quien realizó desde una mirada comprensible de las diferencias individuales.
Esta experiencia fomentaría el sano reconocimiento de cada miembro del grupo familiar, haciendo énfasis en aquellos aspectos favorables obtenidos por pequeños que hayan sido, de manera que sean estímulo para continuar en la búsqueda de logros según las metas deseadas.
Toda familia tiene unas metas que cumplir, las que van evolucionando con las etapas que va atravesando a lo largo de la vida. En las primeras etapas de la vida familiar caracterizada por la presencia de niños en primera infancia es pertinente echar una mirada a cuanto se ha cuidado y preservado un desarrollo sano en nuestros hijos. Un sano desarrollo que favorece en primer lugar la protección de sus miembros.
La familia en su papel de protección tiene como tarea examinar cuanto apoyo y amor ha aportado a sus hijos para que se experimenten felices y estén motivados para emprender sus tareas de vida. Toca en este apoyo orientar los sucesivos objetivos que se van trazando, aportarles los apoyos necesarios para su realización, revisar experiencias vividas y estar dispuestos a realizar los cambios que sean necesarios.
Vale recordar que la familia funciona como un equipo, en el que todos juegan y participan. En este juego la regla predominante es que mientras más apoyo se dan, la jugada final traerá el triunfo esperado por el que ha trabajado el equipo.
